Ciencia y Vida

martes, septiembre 16, 2008

CADA DÍA TE PARECES MÁS A MI PADRE


No está muy claro aún qué nos hace elegir a nuestra pareja, entre un cierto número de posibilidades, para tratar de compartir en un momento determinado algunas cosas, como el piso y la cama. En el reino animal esta elección trata de asegurar la reproducción de cada individuo, buscando perpetuar los genes entremezclándolos con los de alguien competente. La relación a veces dura poco, en muchos casos los encuentros no van más allá de la cópula y después, si te he visto no me acuerdo… Las estrategias del mundo animal en este sentido para la aventura reproductiva siguen llenando multitud de documentales televisivos. ¿Qué pasa con los seres humanos?. Un reciente estudio relaciona la elección de nuestra pareja con el parecido físico de alguno de nuestros propios progenitores, en el caso del estudio concretamente el progenitor del sexo opuesto al nuestro, es decir, es muy probable que tu mujer, algún día, te diga que te pareces a su padre o que tu marido te encuentre un cierto parecido con su madre. Lo mejor, si esto ocurre, será callarse!.
El estudio del Dr Tamas Bereczkei de la Universidad de Pécs en Hungria, ha sido recientemente publicado en la revista “Proceedings of Biological Science”. En él se analizan 14 proporciones faciales de 312 adultos procedentes de 52 familias, llegando a proponer la hipótesis, ciertamente antigua de que en la infancia de alguna forma nos hacemos una imagen mental, bien del padre o de la madre, según sean niñas o niños respectivamente y tenderíamos a buscar, cuando somos mayores, una pareja que se adapte a este patrón facial, es decir durante la infancia ya tendríamos un cierto “imprinting” o memoria sexual que nos haría buscar en la edad reproductiva una pareja que se adapte lo mejor posible a esta imagen de nuestra memoria. Hay estudios por otra parte que asocian la elección de la pareja con cuestiones menos psicológicas y más fisiológicas. Por parte de las mujeres, por ejemplo, el estado hormonal y reproductivo puede condicionar dicha elección. En cualquier caso no estaría de más que tratases de buscar algún parecido razonable en tu album familiar para tratar de ver si la teoria del Dr Bereczkei tiene algún fundamento.

martes, septiembre 02, 2008

LAS DOS CARAS DE LA GRASA


Todo depende del lado del que se mira nos dicen muchas veces. Con la grasa parece que el lado siempre es el peor. Nadie quiere estar gordo y los especialistas en salud relacionan la obesidad con diferentes patologías, fundamentalmente enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
A los adipocitos o células de la grasa, se les ha atribuído siempre el único papel primordial de almacenar el exceso de nutrientes y liberar la energía acumulada cuando el organismo lo requiere. A principios de los años noventa se comprobó que la grasa tenía también otras funciones fisiológicas, por ejemplo liberar sustancias proinflamatorias. Recientemente un estudio en fase clínica demuestra los beneficios de fármacos antiinflamatorios en el control de la glucemia. Tratar de cambiar ciertas funciones perjudiciales de la grasa, sin tener necesariamente que eliminarla, puede resultar una importante alternativa terapéutica en un futuro cercano. Sin duda, la obesidad que conlleva una dieta inadecuada y el sedentarismo, está aumentando el número de pacientes con diabetes tipo 2, en los que la insulina deja de actuar de forma apropiada, principalmente en el hígado y los músculos, donde la glucosa se utiliza, respectivamente, para producir triglicéridos o para proporcionar energía durante el ejercicio. Como consecuencia la glucosa se incrementa en la sangre causando los efectos nocivos de la diabetes incontrolada. Los estudios recientes demuestran que la grasa tiene un papel activo en la regulación de la glucosa, lo cual es lógico en parte. Cuando las células del tejido adiposo incrementan en tamaño por el acúmulo de triglicéridos, liberan una proteína, RBP4 que inhibe la acción de la insulina sobre el hígado, de alguna manera el tejido graso está tratando que el organismo no transforme más glucosa en triglicéridos, pero de forma concomitante los niveles del azucar incrementan en sangre. Igualmente, las células de la grasa en determinadas circunstancias, por ejemplo relacionadas con la obesidad, son capaces de liberar, como se ha mencionado al principio, sustancias proinflamatorias como el TNFalfa y la IL-6 que tienen efectos perjudiciales, manteniendo un estado crónico inflamatorio. En este sentido, en la Universidad de Harvard se han iniciado estudios clínicos, publicados recientemente en la revista “Diabetes Care”, sobre el beneficio de antiinflamatorios en el control de la glucemia. No todo son señales malas desde el tejido graso, los adipocitos que aún no han “engordado” su tamaño liberan, contrariamente, sustancias como la adiponectina que facilita la acción de la insulina. Estudios adicionales en fase clínica tratando de modular los efectos de distintas sustancias liberadas por la grasa aún tardarán ya que no se conoce exactamente el mecanismo de acción. No obstante el camino está marcado y es probable que pronto se puedan modificar o contrarrestar las señales negativas de las células “engordadas” de la grasa, sin tener necesariamente que eliminarlas. Las liposucciones que permiten extraer una cierta cantidad de grasa no son la respuesta más adecuada ya que aunque pueden tener consecuencias estéticas, las células grasas remanentes siguen teniendo los efectos nocivos propios de la obesidad. La dieta sana y el ejercicio moderado deberían marcar nuestra pauta de vida para tratar de evitar los problemas relacionados con la obesidad. 2 de Julio 2008.